#1
De cómo pase de no querer tener más metas a tener más de las que podré alcanzar en una vida.
Muchos años sin rumbo
Recuerdo con poco detalle la sesión de terapia de grupo en la que tratamos este tema. En un baúl de mimbre había objetos varios, la mayoría de ellos textiles y cuando era nuestro turno nos podíamos servir de ellos para compartir nuestra relación con las metas.
Yo metí todos los objetos que otros sacaron en el baúl. No quería tener relación alguna con ellas. Pensaba que tener metas implicaba necesesariamente desarrollar expectativas y no tenía ganas de tener más incumplidas. Para mi eran días (años en realidad) de estar en la cueva lamiéndome las heridas que acumulé y nunca atendí.
Fueron varios añoslos que me costaron salir de ahí.
Con el grupo de terapia conseguí relativizar y comparar heridas. Todas duelen, todos tenemos algunas y forman parte de quien somos. Fue una experiencia que me cambió y me faltan capacidades narrativas para explicar lo determinante que ha sido en mi historia.
Cuando dejé el grupo empecé por huir hacia adelante y juntaba coraje de donde pudiera, otros días, lo fingía. Eso y mucho más es lo que me hizo falta para volver y quedarme en la arena, que lo siento como mi sitio.
Pasaron algunos años y con la experiencia diaria de tener un coworking (fabrica enorme de pequeños problemas) pude empezar a hacer callo y a dejar de ahogarme en vasos de agua.
Más adelante, con una “locomotora” me envalentoné y aprendí que el número de errores que puedes cometer es enorme. Pero que de cada uno aprendes y que aún fallando, a base de insistir puedes salvar algo.
Estaba convencido que había salido del pozo y en el 31 de diciembre de 2019 lo celebré como pocos, convencido de que venía el mejor año de mi vida en esa cifra mágica y esperanzadora que era el 2020.
Tocar fondo
No estoy preparado para compartir los detalles de cómo fue tocar fondo. Espero que eso es lo que fuera, el fondo, porque no quiero jamás volver a sentir tanta oscuridad. Tal vez en un par de años me anime a relatar esa parte.
La pandemia tuvo que ver y también una lesión en el tobillo izquierdo, de la que sigo doliéndome hoy, contribuyó a ello. Dejo mucho sin contar a la espera de que llegue el momento adecuado.
Sirvió aquello para dejarme ayudar como nunca antes, que significa estar más atento a lo que se te recomienda, cumplirlo mucho más tajantemente porque esta vez no te permites lo contrario. También hicieron falta, por primera vez, antidepresivos que fueron definitivos para darle la vuelta a mi vida.
Una depresión es algo difícil de explicar. Yo he tenido mucha experiencia con la ansiedad, pero esto era distinto y oscuro. Me la identificó mi psicóloga, la misma con la que había estado viendome durante años y que en su día formo el grupo del que antes os he hablado justo el mismo día que tenía cita con el psiquiatra.
En menos de 4 horas estaba ya medicándome y no me imagino un mejor día o momento de mi vida para enfrentar ese diagnóstico.
Lleva semanas salir de ahí y eso es si es que tienes suerte con la medicación. Se me hizo menos difícil por varias razones, primero en el grupo de terapia conocí de cerca la depresión en los relatos de otros miembros, era un mal sin estigma y muy real. Pude leer y aprender mucho del tema, empezando el PDF que me envió un amigo que había pasado por algo similar. No le tuve miedo y me tuve compasión enorme.
Pasaron las semanas y la medicación hizo mucho más que sacarme de esa depresión. Tardaría más de un año entender los motivos por los que me ayudo tanto.
Una pequeña pastilla a diario, a punto de cumplir los 45 años, me ayudaría a ser una persona totalmente distinta, equilibrada, con mucha menos ansiendad, alegre, optimista. Alguien a quien hoy respeto y aprecio mucho.
Lo imposible
Estoy seguro que la experiencia de muchos con la depresión y la medicación es muy distinta, que lo que cuento no puede ser cierto.
Falta una parte importante de la historia que corre en paralelo. La historia de cómo redefiní lo que era posible o no para mi mente. Toca retroceder a después de qué tocara fondo y meses antes de mi depresión.
Youtube ha tenido un papel muy destacado en mi vida. Me ayudo de forma inigualable cuando me dieron el diagnóstico de sordera profunda en uno de mis hijos hace 16 años y a día de hoy consumo información ahí a diario, creo que es la mayor fuente de saber que tenemos y que pocos le saben sacar partido, ya escribiré de eso otro día.
El tema es que por casualidad, poco después de tocar fondo (Q3 2021), descubrí la figura de Wim Hof, aka Iceman, o en palabras castizas, el loco que se baña en agua helada. Es un tema que siempre me ha llamado la atención desde que vi a Tim Robbins usarlo en su casa y decir que lo hacía para “recordarle a su cuerpo que es su mente quien está al mando”.
Para alguien como yo, que necesitaba ducharse con agua bien caliente en un agosto madrileño, ver lo que hacía ese hombre (y luego todos los que iban a visitarle) era como ver a alguien atravesar una pared o viajar en el tiempo, era sencillamente imposible que yo pudiera hacerlo y de alguna forma todo esto despertó mi curiosidad.
Seguí investigando, pensé que todo lo relacionado con él tenía que ser una farsa. Supe que empezó con ello para lidiar con el duelo por la perdida de su esposa y que fue algo que le ayudó a salir de un momento oscuro que vivió.
Vi más y más videos de youtubers que le visitaban. Creo que el que más vividamente recuerdo es el de la gente de Yes Theory y creo que ver ese video fue el que me ayudo a plantearme la pregunta que me cambiaría para siempre: ¿qué pasaría si lo intentara y pudiera hacerlo yo también?
Esa pregunta, si la reformulas en la manera que la escucha tu subconsciente sería: ¿Qué pasaría si eso que dices que es imposible, resulta que no lo es?
Creo que os podéis ir imaginando lo que pasó. Tres meses después, en pleno enero, podía estar debajo del agua helada que salía de la ducha durante tres minutos.
Había derribado un muro en mi cabeza que ponía “imposible”. Así que me dio por derribar más.
Levantarme a las 6 de la mañana durante meses, check. Estar a las 8 en el gimnasio 3 veces por semana, check. Keto riguroso 3 meses, check.
Es una vivencia que te empodera de forma inevitable. Asumes responsabilidad plena de todo lo que consigues y no has conseguido. Las excusas pasan a ser inútiles y tu imaginación puede ser el nuevo límite de lo que crees que puedes lograr.
Y entonces vino la depresión de las que os he hablado antes.
Obviamente, falta una última parte de la historia para entender de dónde vino.
Los meses antes del diagnóstico fueron de máxima ansiedad para mi. Un problema académico con uno de mis hijos, más una adolescencia exacerbada y un TDAH potente se juntaron en una tormenta perfecta que creo que me acabó provocando la depresión.
El diagnóstico me llegó con todo ese trabajo acumulado, cuando no había obstáculos insalvables en mi cabeza y sabía que era cuestión de esperar que la medicación hiciera su trabajo y que este era un pequeño bache, “el descanso del guerrero” lo llamó mi psicóloga.
Dónde estoy hoy
Hoy me levanto siempre sin despertador entre las ocho y las nueve, movido por la inquietud de no estar aprovechando para avanzar con el proyecto al que he decidido dedicar estos años: Together.
Es un proyecto hiper-ambicioso, que cada día estoy más convencido que saldrá bien y no albergo el más mínimo temor de que salga mal. Porque que un proyecto fracase comercialmente, no tiene nada que ver con que enriquezca lo realmente importante: la vida de quienes trabajan en él y en este caso además, la vida de a quienes va destinado.
Pero no quiero hablar hoy de Together. Quiero contar que creo que mi vida no sera tan larga como para hacer todo lo que me gustaría. Tengo proyectos para después, más de los que caben en una vida y eso hace que aprecie mi existencia más que nunca.
No me va a faltar nunca qué hacer y tengo mariposas en el estómago de pensar lo que está por venir. Si es que hay suerte y no se me acaban los días antes.
Es por eso que quiero escribir esta newsletter, son demasiadas las cosas que me estoy guardando en la cabeza para cuando le llegue el turno. Quiero compartir inquietudes, darme permiso a pensar en voz alta y tener un espacio donde dejar algunas ideas y pensamientos para que mis hijos, amigos e interesados puedan conocerme un poco mejor.
Me gustaría saber, de aquellos que os toméis el tiempo de leer esto, qué os ha interesado, gustado y que no. No dejéis de escribirme por la vía que consideréis oportuna vuestras impresiones, sabré apreciar el gesto.
También estoy abierto a todo tipo de preguntas.
Finalmente, si creéis que esto puede ser útil a alguien que conozcáis, compartidlo. El alcance que tiene esta nota es mínimo, así que no es fácil que llegue a quién le podría ayudar.
Yo actualmente sigo tomando la medicación a diario. Ya hablaré de estos fármacos más adelante. Resulta que el compuesto que me han recetado también se usan en perfiles TDAH.
Los antidepresivos tienen el lado oscuro de que son complejos de dejar. No he tenido que pasar por ello, pero tampoco tengo prisa.
¿Tomaste la medicación de manera temporal o es algo que ya llevas siempre contigo?